miércoles, 27 de julio de 2016

 Capítulo 1
Klara
 
Viernes 15 de marzo
San Antonio Oeste (Río Negro, Argentina)

Ver cajas por todo lado…agotador.
Me senté sobre el suelo pensando cómo resultará una nueva vida, un nuevo lugar, mi trabajo y por sobre todo un nuevo hogar.
Dejar San Antonio no me resultará fácil, mi infancia, adolescencia, son muchos los momentos y las emociones  que tuve. Mis amigos, vecinos, cuántas imágenes se cruzan por mi mente. Me hubiera gustado que todo sea mucho más fácil. El futuro…cuando era niña lo veía tan lejano, ahora que lo estoy pisando me resulta tan difícil afrontarlo. Soy como todos comentan: una infantil e inmadura que a sus treinta años, tendría que afianzarse como una mujer y no como una adolecente soñadora. Mi entorno consiste en amistades, salidas, pero siempre hay una persona que sigue y tolera todos mis disparates, mi mejor amiga, luego está mi trabajo que por cierto es lo único que me apasiona.
Tengo un pequeño centro de estética ubicado en el garaje de mis padres, mejor mencionado “tenía”, aquí en San Antonio el trabajo escasea, no hay futuro para mí, de este modo no hay más alternativa que probar suerte en otro sitio.
Gracias a mis padres tengo la posibilidad de mudarme y comenzar la experiencia de vivir sola y trabajar para ello. No me alcanzaría la vida para retribuirles a mis padres todo lo que me han propinado. Mi padre Boris Kozlov, un ruso muy duro de carácter pero con un corazón inmenso para su familia, es dueño del supermercado del pueblo, lo llamo “Sureños”, corriente pero bonito, ahorró durante mucho tiempo para obsequiarme una casa en Villa La Angostura que por cierto será mi reciente hogar, allí tendré  mi  independencia  y alquilar  un local para trabajar.
Añoraré esto…la paz del día, el sonido de los pájaros por las mañanas, las caminatas por las arboladas y mis clientas que vienen con el propósito de descargar sus problemas haciéndose facial o masajes, como si fuese una psicóloga para ellas, podría tenerlo en cuenta…
No es que en Villa La Angostura no haya  paz, árboles y pájaros, pero es un pueblo más céntrico, lleno de negocios, gente, turismo, sin duda sería un estupendo sitio para trabajar.
Cómo olvidarme de Avitzur o mejor dicho Avi como le gusta que la llamen, ya que Avitzur es un nombre chocante para ella. Avi mi amiga del alma, la única que con solo una mirada mía sabe lo que quiero o…lo que tramo, la echaré de menos…y mucho.
Bien, aquí me encuentro, he finalizado de empacar todos los productos, muebles y accesorios de mi humilde centro de estética, cuando vi todo a mi alrededor  vacío llegaron los miedos, las dudas y esa sensación de salir corriendo.
-permiso… ¿se puede pasar Klara?
Avi interrumpe mis pensamientos sorpresivamente.
-pero claro, entra.
Llegó al garaje con un paquete en sus manos, vi sus ojos revolotear como mariposas que luego se transforman en un par de ojos tristes.
-vengo a pasar las últimas horas contigo y a traerte este regalo para ti, así me recordarás cuando estés en tu nuevo hogar.
En ese instante tenía ganas de echarme a llorar como una niña, pero pude con mis lágrimas y no las dejé salir para que el momento no fuera más duro de lo que ya era.
-igual no te vas a deshacer tan fácil de mí, sabes que existen los micros y que iré a verte las veces que pueda.
-claro que si Avi…aparte no hace falta que vengas con regalos, jamás podría olvidar nuestra amistad.
En ese instante la abracé con tanta fuerza que la dejé casi sin aire.
-bien, ¿qué te parece si pasamos la noche en el bar? o preferís hacer un pijama party con las infantiles de tus amigas.
Avi es siempre tan frontal.
-Ok Avi, no era necesario ese comentario pero sí… acepto tu propuesta, noche de amigas.
-perfecto, paso por ti a las nueve.
Estaba dispuesta a disfrutar de cada momento de esa salida.

Los pequeños rayos de sol comenzaron a entrar por mi ventana y en mi inconsciencia eso me indicaba que ya era de mañana. Después de una noche de cervezas y amigas, cada movimiento de mi cuerpo no coordinaba correctamente al intentar sentarme en mi cama, mi último despertar donde nací y crecí muy feliz.
Había mucho por hacer esta mañana, luego del desayuno llegó un amigo de mi padre, Tino,  con su camión de mudanza, sin duda iba hacer una mañana agotadora. Luego de ir y venir con los últimos detalles llegó el momento de la despedida. Todos mis seres queridos estaban reunidos, mi papá Boris, mi mamá Julia, mi hermano Manuel, cuando lo abracé le dije al oído:
-No más líos.
Y con cara de pocos amigos me sonrió. Luego mi tía Rebeca, solterona por elección y cómplice de mis aventuras y locuras, siempre me consintió en todo, es mi súper tía como le digo yo. Y no iba a faltar mi amiga del alma Avi.
Luego de abrazos, sollozos, regalos y viandas para el camino llegó el momento de partir, subí al camión de mudanza y cuando Tino arrancó, los vi por el espejo a todos ellos alejarse  poco a poco. No pude contener el dolor y la tristeza que llevaba en mi interior y por un largo rato sollocé en silencio y cuando pude recomponerme de todas esas emociones dije:
-una nueva vida…
Tino me dedicó una mirada y esbozó una sonrisa.


   

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