Capítulo 1
Klara
Viernes 15 de marzo
San Antonio Oeste (Río Negro, Argentina)
Ver cajas por todo lado…agotador.
Me senté sobre el suelo pensando cómo resultará una nueva
vida, un nuevo lugar, mi trabajo y por sobre todo un nuevo hogar.
Dejar San Antonio no me resultará fácil, mi infancia,
adolescencia, son muchos los momentos y las emociones que tuve. Mis amigos, vecinos, cuántas
imágenes se cruzan por mi mente. Me hubiera gustado que todo sea mucho más
fácil. El futuro…cuando era niña lo veía tan lejano, ahora que lo estoy pisando
me resulta tan difícil afrontarlo. Soy como todos comentan: una infantil e
inmadura que a sus treinta años, tendría que afianzarse como una mujer y no
como una adolecente soñadora. Mi entorno consiste en amistades, salidas, pero
siempre hay una persona que sigue y tolera todos mis disparates, mi mejor amiga,
luego está mi trabajo que por cierto es lo único que me apasiona.
Tengo un pequeño centro de estética ubicado en el garaje
de mis padres, mejor mencionado “tenía”, aquí en San Antonio el trabajo
escasea, no hay futuro para mí, de este modo no hay más alternativa que probar
suerte en otro sitio.
Gracias a mis padres tengo la posibilidad de mudarme y
comenzar la experiencia de vivir sola y trabajar para ello. No me alcanzaría la
vida para retribuirles a mis padres todo lo que me han propinado. Mi padre
Boris Kozlov, un ruso muy duro de carácter pero con un corazón inmenso para su
familia, es dueño del supermercado del pueblo, lo llamo “Sureños”, corriente
pero bonito, ahorró durante mucho tiempo para obsequiarme una casa en Villa La
Angostura que por cierto será mi reciente hogar, allí tendré mi independencia y alquilar
un local para trabajar.
Añoraré esto…la paz del día, el sonido de los pájaros por
las mañanas, las caminatas por las arboladas y mis clientas que vienen con el
propósito de descargar sus problemas haciéndose facial o masajes, como si fuese
una psicóloga para ellas, podría tenerlo en cuenta…
No es que en Villa La Angostura no haya paz, árboles y pájaros, pero es un pueblo más
céntrico, lleno de negocios, gente, turismo, sin duda sería un estupendo sitio
para trabajar.
Cómo olvidarme de Avitzur o mejor dicho Avi como le gusta
que la llamen, ya que Avitzur es un nombre chocante para ella. Avi mi amiga del
alma, la única que con solo una mirada mía sabe lo que quiero o…lo que tramo,
la echaré de menos…y mucho.
Bien, aquí me encuentro, he finalizado de empacar todos
los productos, muebles y accesorios de mi humilde centro de estética, cuando vi
todo a mi alrededor vacío llegaron los
miedos, las dudas y esa sensación de salir corriendo.
-permiso… ¿se puede pasar Klara?
Avi interrumpe mis pensamientos sorpresivamente.
-pero claro, entra.
Llegó al garaje con un paquete en sus manos, vi sus ojos
revolotear como mariposas que luego se transforman en un par de ojos tristes.
-vengo a pasar las últimas horas contigo y a traerte este
regalo para ti, así me recordarás cuando estés en tu nuevo hogar.
En ese instante tenía ganas de echarme a llorar como una
niña, pero pude con mis lágrimas y no las dejé salir para que el momento no
fuera más duro de lo que ya era.
-igual no te vas a deshacer tan fácil de mí, sabes que
existen los micros y que iré a verte las veces que pueda.
-claro que si Avi…aparte no hace falta que vengas con
regalos, jamás podría olvidar nuestra amistad.
En ese instante la abracé con tanta fuerza que la dejé
casi sin aire.
-bien, ¿qué te parece si pasamos la noche en el bar? o
preferís hacer un pijama party con las infantiles de tus amigas.
Avi es siempre tan frontal.
-Ok Avi, no era necesario ese comentario pero sí… acepto
tu propuesta, noche de amigas.
-perfecto, paso por ti a las nueve.
Estaba dispuesta a disfrutar de cada momento de esa
salida.
Los pequeños rayos de sol comenzaron a entrar por mi
ventana y en mi inconsciencia eso me indicaba que ya era de mañana. Después de
una noche de cervezas y amigas, cada movimiento de mi cuerpo no coordinaba
correctamente al intentar sentarme en mi cama, mi último despertar donde nací y
crecí muy feliz.
Había mucho por hacer esta mañana, luego del desayuno
llegó un amigo de mi padre, Tino, con su
camión de mudanza, sin duda iba hacer una mañana agotadora. Luego de ir y venir
con los últimos detalles llegó el momento de la despedida. Todos mis seres
queridos estaban reunidos, mi papá Boris, mi mamá Julia, mi hermano Manuel,
cuando lo abracé le dije al oído:
-No más líos.
Y con cara de pocos amigos me sonrió. Luego mi tía
Rebeca, solterona por elección y cómplice de mis aventuras y locuras, siempre
me consintió en todo, es mi súper tía como le digo yo. Y no iba a faltar mi
amiga del alma Avi.
Luego de abrazos, sollozos, regalos y viandas para el camino
llegó el momento de partir, subí al camión de mudanza y cuando Tino arrancó,
los vi por el espejo a todos ellos alejarse
poco a poco. No pude contener el dolor y la tristeza que llevaba en mi
interior y por un largo rato sollocé en silencio y cuando pude recomponerme de
todas esas emociones dije:
-una nueva vida…
Tino me dedicó una mirada y esbozó una sonrisa.
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